Flavia Natalini
Entrevistas
HAY UN LUJO AL QUE ME COSTARÍA RENUNCIAR AHORA: AYUDAR A MI MADRE
TRAS UN VELO DE TIMIDEZ Y UN FÍSICO DESPAMPANANTE, se esconde una mujer sensible que derrocha dulzura, bondad y generosidad. Una mujer de valores y con inquietudes, alejada de esas etiquetas que la sociedad cuelga a las mujeres de los futbolistas. La que fuera Miss Roma 2019 ahora está volcada en la maternidad y en su pareja, pero desea emprender un proyecto profesional en el futuro, quizá relacionado con el mundo de la moda.
—Ser pareja de un deportista de élite exige mucho: cambiar de ciudad, renunciar a parte de tu vida… ¿Qué ha sido lo más duro para ti?
Dejar Roma, mis amigos y mi familia. Eso es lo más difícil porque tienes que empezar de cero y acostumbrarte a una nueva vida. Ahora estoy lejos de casa y, aunque tengo amigas nuevas, no son las de toda la vida. Todo esto lo echo de menos, y también el que antes no tenía preocupaciones. ¡Y la comida! Pero me he adaptado y estoy bien.
—Tu vida será muy diferente a la de tus amigas de Roma…
Ahora tenemos vidas totalmente diferentes. Yo vivo con mi pareja, soy madre; tengo una familia y preocupaciones que ellas no tienen. A veces pienso que no pueden entenderme…
—¿Sientes que te estás perdiendo una etapa más propia de tus 28 años?
A veces echo de menos cosas, pero también yo misma me limito. Igual debería ir más a Roma, salir con mis amigas… Pero hay etapas para todo y ahora mi energía esta dedepositada en mi hijo, Borja y mi casa.
—¿Qué es lo mejor de ser madre joven?
Mi madre me tuvo más mayor y notaba que le faltaba energía; estaba más tranquila, más cansada… Yo estoy muy activa con mi hijo y eso me encanta.
—Tu vida ha cambiado. Y tú, ¿has cambiado?
¡No! Depende de cómo seas. Yo no he cambiado: soy Flavia, Flavia de toda la vida. Ahora puedo permitirme algunas cosas que antes no, pero soy la de siempre.
—¿Y qué lujos puedes permitirte ahora?
Puedo permitirme algún lujo, sí, pero no necesito mucho. Lo que más me gusta es poder ir a hoteles bonitos y no tener preocupaciones.
—¿A qué lujo te costaría renunciar?
Ayudar a mi madre. Como ella siempre ha hecho todo por y para mí, ahora me gusta poder hacer algo por ella. Si le gusta algo, la ayudo y me encanta.
—¿Qué haces un día cualquiera?
Me levanto, preparo a mi hijo, lo llevo al cole y me voy a entrenar al gimnasio. Me cuesta mucho ir, pero luego me siento bien porque libero tensiones y renuevo energías. Luego llego a casa, hago la comida y espero a Borja.
—¿Se hacen duras las esperas en una ciudad que no es la tuya?
Al principio, sí, porque era a la única persona que tenía en Madrid, pero ahora ya tengo mis rutinas, mis amigas y aprovecho para hacer mis planes. En realidad, él trabaja hasta medio día, así que pasamos la tarde juntos y eso es bonito, podemos hacer muchas cosas. Lo malo es cuando hay partido y no hay ido muy bien… porque se trae todas las emociones a casa.
—¿Y qué planes os gusta hacer juntos?
Somos mucho de estar en casa. Además, cuido mucho la alimentación de Borja; es diabético y no salimos demasiado a comer o cenar porque luego se alteran sus niveles de azúcar.
—Al parecer, eres tan inquieta que hasta haces todo en casa, pese a tener ayuda. ¿Educación, tradición o carácter?
Sí, la chica que tenemos en casa me dice que conmigo no puede hacer nada. ¡No paro! Además de ser inquieta, siempre quiero que estén bien todos a mi alrededor; complacer a todo el mundo. A veces ser así, y ser muy empática, no es bueno porque nunca te priorizas.
—¿Cómo te llevas con las mujeres de otros futbolistas del Getafe?
Nos llevamos todas bien. Tengo dos que son mis amigas, con las que salgo y puedo hablar, pero todas tenemos muy buen rollo y nos ayudamos mucho.
—Existe un estereotipo de mujer de futbolista: mujeres guapas, ‘mujeres objeto’ a quienes muchos califican con el acrónimo WAG (wives and girlfriends, novias y esposas de futbolistas). ¿Te sientes identificada con ese prototipo?
Me siento muy lejos de esas etiquetas y de esa vida. Muchas veces estoy en situaciones que ni encuentro mi sitio, estoy fuera, aunque respeto que cada uno viva su vida como quiere. Yo nunca seré así.
—¿Te gustaba el fútbol antes de conocer a tu marido?
¡No! No veía partidos. Cuando era muy pequeña, sí, de hecho iba al estadio con mis compañeros del cole. Pero luego ya no.
—Ahora estás volcada en tu niño, pero ¿tienes inquietudes profesionales?
Sí, yo siempre he pensado que tengo que tener algo que no sea casa, hijo, Borja… algo mío con lo que sentirme realizada. Me gustaría montar algo relacionado con la moda, que siempre me ha gustado, aunque sé que es difícil. Tengo que pensarlo bien.
—¿Cómo era tu vida de antes de conocer a Borja? ¿Qué te gustaba hacer?
Tenía una vida tranquila. Mis padres son azafatos de vuelo y yo, desde muy pequeñita, me aficioné a viajar. Me gustaba mucho viajar sola y descubrir otras culturas y cómo viven otras personas; es una forma de estar contigo misma. A veces, me preguntaba qué pensaría la gente a mi alrededor al verme en un restaurante sola, pero me gusta. También me encantaba leer. Y me sigue gustando, pero ahora es imposible sacar tiempo; por las noches cuando ya estoy tranquila solo quiero dormir, ni siquiera puedo ver una película de lo cansada que estoy.
—Has superado un trastorno alimenticio, la bulimia. ¿Qué le dirías a los jóvenes de hoy en día que se preocupan por su aspecto físico?
Bueno, en realidad no fue por mi aspecto físico, con mi físico siempre me he sentido bien, la causa fueron sentimientos y emociones más profundas. La mayoría de las veces el origen no es el físico. Ahora estoy bien y me siento bien. Todos podemos tener bajones de vez en cuando, pero estoy en equilibrio.
—¿Crees que las redes sociales pueden ser negativas para este tipo de trastornos o para la salud mental en general?
Sí pueden serlo, sí. Muchos muestran en sus perfiles un aspecto que no es real, ¡nada real!, y los jóvenes quieren ser como ellos. Yo le digo a Borja que tenemos que tener mucho cuidado con nuestro hijo porque los niños absorben todo.
—¿Y cuál es tu relación con las redes sociales?
A veces miras a tu alrededor y ves a todo el mundo con el móvil y eso no me gusta. Yo me limito porque hay veces que, sin querer, estoy más tiempo del que quiero y no puede ser. Es verdad que por la noche me gusta estar un rato porque me relaja, pero para mí las redes son solo un entretenimiento.